linguaeEl resurgir de la cultura vasca de las últimas décadas ha generado un rico y vigoroso legado creativo repleto de canciones y poemas, novelas, películas, obras de teatro y otro montón de realizaciones artísticas y literarias que tienen un denominador común: el euskara.

Algunas de las canciones que encierra ese baúl son ya míticas. Con frecuencia las escuchamos aquí y allí, y a menudo las tarareamos. Pero la mayoría de las veces lo hacemos sin reparar en lo que sus cuidadas e inteligentes letras nos transmiten.

Una de ellas es la ya célebre melodía Zaindu maite duzun hori” (Cuida lo que amas) del disco “Kantuok jartzen ditut”, de Rupert Ordorika (2003).

Se trata ante todo de una reflexión personal, a caballo entro lo vital y lo filosófico, que muy bien vale para muchos otros seguidores de la cultura vasca y en particular para los que comparten generación con su autor.

Llena de preguntas y de respuestas a medias, es una hermosa invitación a la autocrítica y una profunda llamada de atención para repensar mejor el hoy con la mirada puesta en el mañana.

foto video 1“Inork ez zidan esan euskaldun izatea zein nekeza den, hobe nuela hautatzea munduko hiritar izatea” dice: Nadie me dijo qué difícil es ser euskaldun, que más me valía elegir ser ciudadano del mundo.

Quien con tanto talento ha decidido invertirlo en la creación artística en euskara está legitimado para decirlo. Sin duda la carrera de éste, como la de otros de nuestros cantautores, habría sido más fácil si hubieran decidido componer y cantar en otra lengua. Elegir el euskara para sus letras supone apostar por un público ya de entrada reducido, en un acto de doble compromiso, con la música y con la lengua.

Pero el cantante en esa frase no se refiere a la apuesta profesional que el euskara supone para el artista si no, de manera mucho más profunda, al distintivo barniz que de manera esencial introduce en la vida del euskaldun el mero hecho de serlo.

Ordorika, en la canción, emplea el término euskaldun en un sentido estricto, refiriéndose a aquellos que viven en esa lengua, con independencia de su origen o residencia.

El autor de la fotografía de Atxaga es Ernesto Valverde, jugador y posteriormente entrenador, entre otros equipos, del Athletic Club de Bilbao

El autor de la fotografía de Atxaga es Ernesto Valverde, jugador y posteriormente entrenador, entre otros equipos, del Athletic Club de Bilbao

El euskara ha crecido gracias al compromiso de cantautores y artistas y al esfuerzo de muchos ciudadanos anónimos que han demostrado experimentalmente lo que, tal y como Bernardo Atxaga nos ha recordado en más de una ocasión, en su día dijo el escritor marroquí Abdelfattah Kilito: “La lengua, al revés que el jabón, cuanto más se usa, más crece”. Y así seguirá siendo.

El compositor, en su condición de euskaldun, plantea un deseo existencial: “Nik ere nahi nituzke halako segurtasunak eduki.“ (Yo también querría tener semejantes seguridades). Muchos vivimos en la contradicción que supone un mundo más global, que nos empuja cada vez más lejos, frente a una realidad euskaldun infinitamente entrañable pero minúscula.

Con esas palabras posiblemente se refiera también, tal vez, a esa tendencia a la simplificación en nuestra vida cotidiana, a esa tendencia a mostramos demasiado convencidos en situaciones complejas que necesitan de consensos mucho más dúctiles y profundos; actitud que desde el poder a veces se acentúa para convertirse en abuso en el ejercicio del mismo.

Es imprescindible que el compositor se manifieste de esta manera pues los demás no somos capaces de hacerlo, unos porque ni siquiera somos conscientes de vivir en esa contradicción y otros por no saber expresarlo con claridad y elegancia.

No es fácil poner palabras al pensamiento ni al sentimiento, y menos cuando los dos torrentes se topan inmiscibles, como el agua y el aceite.

 

Hori suertea nonnahikoak diren hoiena!” exclama (¡Menuda suerte la de esos que son de cualquier sitio!). Y tiene razón: ¡cuánto más fácil es a veces el desapego!

Zaindu maite duzun hori” recomienda (Cuida eso que amas), más allá de la razón, pues uno casi nunca elige lo que ama y, por tanto, debe cuidarlo con independencia de cálculos de intereses improbables.

De hecho, lo que uno ama no siempre es grato, casi nunca es perfecto y a veces incluso hace daño. No todos los que se aman son del mismo tiempo, del mismo lugar, no siempre comparten el pasado y menos el futuro por escribir. Y esas inevitables diferencias a veces duelen.

A pesar de ello, la canción invita a cuidar eso que amamos, por imperfecto que pueda parecer, guste o no.

foto video 2De hecho la letra va más allá, Zaindu gorroto duzun hori” (Cuida eso que odias), invitando a lo que podría ser una llamada a la concordia.

Y así es. El euskaldun ama su lengua, por mucho que a lo largo del tiempo se haya empequeñecido. Y tiene también que amar y cuidar las otras, las que le permiten comunicarse con un universo mucho más amplio, aunque eso haga que el espacio del euskara se achique.

La receta de cuidar lo que se ama y lo que no se aplica a todo.

No podemos más que amar y cuidar nuestro paisaje, biodiverso y hermoso, aunque a veces nos parezca diminuto, liliputiense. Lo mismo hemos de cuidar a nuestros conciudadanos y compatriotas, aunque no siempre de la misma patria, más allá de las diferencias que a veces nos empeñamos en exagerar.

Y así debemos cuidar lo que es nuestro en cada uno de los aspectos y elementos que constituyen nuestra vida cotidiana, y la Vida, con mayúsculas.

Kantu leunak nahi nituzke jarri”, evoca (Cantos suaves querría poner), tal vez porque vivimos en una sociedad violenta y ruidosa en exceso, tanto en el fondo, como en la forma.

foto video 3Es por eso que tenemos que cuidar nuestro sistema de gobernanza. “Pertsonak helburu” (Compromiso con las personas) dice el lema de nuestro gobierno, el que despliega la capacidad de autogobierno que tanto tardamos en reconquistar. Lo tenemos que  querer y cuidar porque es el nuestro, aunque más de un ciudadano se sienta desamparado.

La letra también contiene un lamento, Hobe nuela hautatzea munduko hiritar izatea”, pues nadie advirtió al autor que “…más le valía elegir ser ciudadano del mundo.”

Esa es hoy la encrucijada en la que muchos euskaldunes  se sienten. Pero hay cada vez más margen para el optimismo, para la esperanza. El compromiso exige sin duda un esfuerzo añadido, pero cada vez somos más libres para elegir ser ciudadanos del mundo sin renunciar a cuidar lo que amamos, por imperfecto que sea.

Catorce años han pasado desde que Ordorika compuso la canción. Las preguntas siguen vigentes, y constituyen a su vez elementos de respuesta para un jeroglífico aún sin resolver. Pero cada día son más los que se suman a ese cuidar activo de lo que es nuestro, a pesar de todas las contradicciones que encierra.

Nuevas generaciones van asumiendo el liderazgo, a la vez que los de antes vamos dejando hueco. Ellos se encontrarán con las mismas preguntas a las que tendrán que responder, a su manera, en un mundo que cambia continua y rápidamente.

foto video 4Posiblemente, como al cantautor, tampoco a ellos les saldrán las cuentas, no acertarán de manera espontánea con la solución a cuestiones que, por profundas, son extremadamente difíciles (“Baina, gauzak zer diren, kontuak ez zaizkit ateratzen ongi”).

La canción acaba con un simple “zaindu” (cuídalo).

Y tal vez en esa simple receta esté la respuesta. Cuidémoslo, sea lo que sea lo que queremos, nos guste o no.

La letra de la canción, a la vez sencilla y compleja, es una invitación duradera para todos aquellos que en algún momento se toparán con ella y descubran que hubo antes quien, en una encrucijada similar, sólo encontró una respuesta factible: “Zaindu” (Cuídalo), “gogokoa izan edo ez”, guste o no.

                       El texto original fue publicado en el semanario ZazpiKa el 06/08/2017 y puede descargarse desde este enlace.