Nació en Fortaleza (Ceará), el 24 de febrero de 1926. En 1944 se trasladó al Distrito Federal, entonces capital de Brasil, con el objetivo de completar su preparación para ingresar a la Facultad Nacional de Medicina, que era el proyecto que su familia tenía para él.

Interesado por las Matemáticas, por influencia de su maestro, Silvio Pinto Lopes, fue enviado al Departamento de Matemáticas de la Facultad Nacional de Filosofía de la Universidad de Brasil, donde, después de un examen de ingreso, accedió como alumno en 1948.

Cuatro años más tarde completó la licenciatura en matemáticas y en 1956 el bachillerato. En 1952 fue invitado a asistir a la cátedra de Matemática y Análisis Superior, dirigida por el profesor José Abdelhay.

Se casó con Lourdes María Palma, profesora de física, alumna suya. De la casa nacieron los hijos Sergio (Ingeniero Electrónico), Luiz Henrique (Arquitecto), María Laura (Bióloga) y Kathia (Profesora).

En los años sesenta inició sus estudios con el profesor Leopoldo Nachbin, quien lo llevó al matemático estadounidense Dr. Felix E. Browder, con quien trabajó en la Universidad de Yale y la Universidad de Chicago, con el objetivo de completar una tesis doctoral, que le valió un doctorado en IMPA en 1965.

A través de Felix E. Browder, comenzó a trabajar en ecuaciones hiperbólicas no lineales teniendo la oportunidad de relacionarse con el profesor Jacques Louis Lions, de la Universidad de París, donde realizó su trabajo posdoctoral.  A partir de entonces, desarrolló una estrecha colaboración científica con el Profesor Lions, resultando en la formación de un equipo de investigación en Ecuaciones en Derivadas Parciales y Control Óptimo en el Instituto de Matemáticas de la UFRJ.Continuó su carrera universitaria en la UFRJ, iniciada en 1952 como asistente, y fue ascendido, por concurso, a adjunto y por concurso público a Profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, cargo del que se jubiló en 1996.

El profesor Luis Adauto da Justa Medeiros, falleció el 4 de junio de 2022. Este es el homenaje que sus compañeros de departamento le dedicaron al cumplir 95 años.

Enrique Zuazua, alumno y posteriormente colaborador y amigo de Luis Adauto le ha dedicado, también un particular homenaje y reconocimiento:

Estudié algunos de los trabajos del Profesor Luiz Adauto Medeiros durante la preparación de mi Tesis Doctoral en Paris en los años 85-88, antes de que hubiese tenido la oportunidad de conocerlo en persona. Recuerdo, en particular, dos de sus artículos. En uno de ellos se planteaba un marco analítico general para ecuaciones de ondas de tipo Timoshenko, involucrando una no-linealidad promediada en espacio en el coeficiente de elasticidad. En el otro, en colaboración con Manuel Milla Miranda, se probaba una desigualdad de observabilidad para una ecuación de ondas semilineal mediante multiplicadores.

El hecho de que hoy aún recuerde esos trabajos, pasados ya 35 años, dice mucho de ellos. Estaban escritos en el estilo del Profesor Medeiros, transparente y conciso.

Tuve oportunidad de conocerlo en persona en el Julio de 1989, en mi primera visita a la UFRJ, gracias a la invitación del Profesor Fred Vasconcellos.

Desde entonces comencé a formar parte de la gran familia de matemáticos de Luiz Adauto.

Lo recuerdo siempre lleno de energía y de humor, acompañado de Doña Lourdes, su esposa. 

Fueron muchas las ocasiones en que tuve oportunidad de compartir con él en Brasil, pero también en Paris. Fueron muchas las conversaciones, siempre apasionantes. En Navidades intercambiábamos felicitaciones y él casi siempre me enviaba postales con imágenes del antiguo Rio de Janeiro. Una vez me envió un mapa de Brasil, que aún hoy conservo.

En nuestras conversaciones me solía hablar, con sabiduría, no sólo de Matemáticas, sino también de muchos otros aspectos de la vida. Yo siempre lo escuché con la atención que un maestro merece por parte de sus discípulos. Me contó cómo era Rio de Janeiro cuando él llegó por primera vez a la ciudad. También me habló de lo rápido que pasa la vida. Con el tiempo he tenido ocasión de comprobar que tenía razón.

Sé que ahora ya no está entre nosotros. Reconozco que para mí es más fácil vivir su ausencia, pues siempre nos separó un océano físico, a pesar de que nos uniera un estrecho vínculo, reforzado por el máximo aprecio y respeto mutuo.

La diferencia de edad nunca fue un problema en nuestra relación. Él supo siempre acogerme en la doble condición de discípulo y colega, y para mí fue también extremadamente natural relacionarme con él como padre académico y colaborador a la vez, como el maestro que era. El “portuñol” fue la lengua que nos permitió comunicarnos siempre de manera sincera y eficaz.

Siempre tuve la sensación de que él podía entender mejor que nadie lo que pensaba y sentía, tal vez porque vivíamos la vida y la profesión de manera semejante, con intensidad, energía, pasión y dedicación.

Aprendí de él y tuve el honor de colaborar estrechamente con él en muchas aventuras académicas: artículos, congresos, alumnos de doctorado en co-tutela, postdocs,…

Más de una vez, tras compartir con él varios días en Río o en otra ciudad de Brasil, en algún congreso, al llegar el momento de volar de nuevo a Europa me despidió diciendo: “Volte sempre”. Y siempre volví. 

Ahora él nos acompaña para siempre, con la intensa y ubicua presencia de quien ya no está limitado por los contornos de un cuerpo humano, por la distancia física, sino de quien ya se ha sumergido en el infinito éter que todo lo envuelve.

Muito obrigado Profesor. Gracias, de corazón.

Un fuerte abrazo Doña Lourdes. 

Hasta siempre, aquí y allá.