La respuesta, como para casi todo, está en las matemáticas. En España hay casi 600 rotondas por millón de habitantes, en Alemania no llegan a las 200, y en Estados Unidos no hay ni una sexta parte que en España. El contrapunto lo pone Francia, que bate todos los récords, con casi mil por millón, es decir una por cada mil habitantes. Los números nos autorizan a repetir la pregunta. ¿Son las rotondas realmente útiles?

Asignar recursos o asientos en un estadio, distribuir riqueza o transportar escombros, son problemas que, matemáticamente, admiten la misma formulación y de nuestra capacidad para resolverlos depende, en gran medida, el progreso de la sociedad.

A pesar de la larga historia que tiene el estudio de estas cuestiones y del conocimiento que se ha generado, su aplicación adecuada en la administración de recursos y necesidades no está aún del todo conseguida.

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Enrique Zuazua reflexiona en este artículo de divulgación para el número 5 de la revista de matemáticas “Obsidiana, ciencia y cultura por Méjico”, sobre la utilidad de estos instrumentos para regular el tráfico, haciendo una reconstrucción histórica de las teorías matemáticas como la teoría del transporte de Monge-Kantorovich, que han dado lugar nuestro sistema de ordenación de la circulación.