balon_futbolNada es lo que parece. Al balón de fútbol le llaman esférico, en honor de la figura geométrica más simétrica: La esfera. Pero no es una esfera perfecta sino un icosaedro truncado.

Ni Platón ni Pitágoras hubieran aceptado que confundiéramos un balón con una esfera. Pero tal vez se habrían congratulado al conocer la relevancia universal que ha adquirido el saltarín objeto.

Los humanos somos así. Nuestro nivel de precisión es limitado y el balón nos vale como esfera.

Nada sorprendente. También nos enseñaron que la Tierra, el planeta mágico del sistema solar y único hábitat para nuestra especie, era una esfera para luego decirnos que en el fondo está achatada en los polos.

Son cinco nuestros sentidos y todos fallan.

El rombicosidodecaedropresenta una redondez del 94,33%, mientras que el icosaedro truncado tan solo alcanza el 86,74%. El rombicosidodecaedro está compuesto por doce pentágonos regulares, treinta cuadrados y veinte triángulos equiláteros.

El rombicosidodecaedro presenta una redondez del 94,33%, mientras que el icosaedro truncado tan solo alcanza el 86,74%. El rombicosidodecaedro está compuesto por doce pentágonos regulares, treinta cuadrados y veinte triángulos equiláteros.

El más fiable es el sexto, el que no aparece la lista: el del corazón. Ese pequeño órgano que nos mantiene vivos con su monótona perseverancia, bombeando la sangre que irriga nuestro cuerpo sin cesar, es también el que mejor nos guía a la hora de distinguir entre realidad y ficción, entre lo que es ético y apasiona y lo que no.

Hoy nuestro corazón vibrará aceleradamente durante esos noventa minutos en los que todo un pueblo, pequeño pero antiguo, distinguido, actual, real, vigente y con futuro, soñará con una victoria difícil.

Me apunto al grupo de los que opinan que el partido está ganado, sea cual sea el resultado final.

Hay quien dice que no es así y que además hay que elegir entre un equipo y otro de entre los nuestros. Pero los que nacimos en la encrucijada de la Plaza de Unzaga de Eibar, donde dos territorios históricos se funden, difícilmente entendemos la necesidad de optar de manera excluyente.

Hay quien cree que Euskadi se conoce en el mundo por esto o por lo otro. Tampoco es así. Si reparamos en que esa final será vista en directo desde todos los rincones del planeta por cientos de millones de personas de todas las etnias, culturas y religiones, aceptaremos que ese once que apenas pesa una tonelada será el que nos haga universales una vez más.

http://herri-muga.webnode.es/

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Difícil imaginar la infinita energía que el cerebro de esos once jugadores y sus compañeros consumirá durante esos noventa minutos. El fútbol es deporte, es físico, sí, pero es también una de las mayores expresiones de la inteligencia individual humana al servicio de la colectiva.

El resultado final será una victoria y nos sentiremos orgullosos del ejemplar lance de once distinguidos representantes de lo nuestro.

Gora geuria!

Este artículo fue publicado originalmente en DEIA el 30 de mayo de 2015, y en este blog coincidiendo con la victoria en la Supercopa del Athletic Club. La versión digital del mismo puede consultarse en este enlace.