Nacido en Éibar (1961), licenciado en la UPV-EHU en 1984 y doctorado con solo 26 años, comenzará en agosto su labor de investigación en la Universidad de Erlangen-Nuremberg tras haber conseguido el galardón más importante de Alemania para científicos de prestigio mundial.

2019-05-30, Bergara. Enrique Zuazua, matematikoa. 30-05-2019, Bergara. Enrique Zuazua, matemático.

Enrique Zuazua es un artista. Un «artista de las matemáticas» que, con un lenguaje abstracto y simbólico, proyecta la naturaleza en el papel para que podamos entender y predecir cuál va a ser su evolución futura. Como el poeta con su pluma o el pintor con el color y las figuras, este matemático cartografía el infinito y busca sus enlaces apasionadamente. Y divulga su trabajo con humor, de manera punzante y brutalmente pedagógica.

Tras haber obtenido la Cátedra Humboldt, el mayor premio que se da en Alemania para atraer talento, pronto dejará Euskal Herria para trasladarse a Baviera y desarrollar allí su labor de investigación. Se supone que debemos felicitarle, pero cuesta felicitar a alguien por su «exilio», ver cómo se ficha a los de fuera y se deja escapar a los de casa.

Siendo menos, hacer más

«Esa ha sido nuestra tradición en Euskal Herria –responde con una sonrisa–. Este país ha sido exportador de talento. Pero claro, cuando uno se da cuenta de que forma parte de ese flujo que te empuja más hacia fuera que hacia dentro, pues sí que uno siente pena, lamenta no tener la oportunidad de desarrollar el trabajo que otros están deseosos de recibir. No ya a una persona, sino a un equipo de personas, a una tradición, a una manera de hacer ciencia, una visión que es muy de aquí. Si algo distingue lo que puedo hacer, no es la matemática que yo hago, sino que es un poco ese espíritu eibarrés, euskaldun, de siendo menos hacer más».

Pero no deja de ser una tendencia preocupante que no habla bien del país: «Las cosas pueden y deben cambiar, pero hace falta una voluntad muy clara para que eso sea así. A veces es más cómodo que la gente se vaya y poder seguir gestionando el día a día como ha sido hasta ahora, mantener las cosas un poco como están y tener unos pocos más recursos para seguir haciendo las cosas un poco como hasta ahora». «Han cambiado los tiempos –prosigue–, la actividad económica, el modelo de sociedad, pero está en nuestras manos reflexionar sobre lo que queremos y tomar las medidas para ir diseñando ese futuro. Éibar era una ciudad de empresas, de talleres, ‘tallarrak’ les decíamos, era un mundo privado, pero siempre hubo una vocación muy social. Creo que la reflexión debe ir un poquito por ahí: cómo conseguir que lo público y lo privado se abracen, pero no solamente a nivel de las fórmulas de financiación, sino de que eso empape en una sociedad que tiene que consolidar y distribuir de manera equitativa el bienestar, cosa que probablemente hacemos mejor aquí que en otras partes del Estado, pero sin perder de vista que nuestro reto es que dentro de 25, 50 o 100 años siga siendo así».

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Este texto es un extracto del artículo de Mikel Zubimendi publicado originalmente en el Diario GARA el 3 de junio de 2019, que puede descargarse completo en PDF desde este enlace.