|Reedición| Es bien sabido que si recorremos una cuartilla desde un vértice al otro diagonalmente opuesto sin levantar el lápiz del papel, necesariamente pasaremos por la línea horizontal que la divide en dos partes iguales. Del mismo modo, cualquier trazo continuo sobre la superficie de la esfera que una el polo norte al sur irremediablemente pasa por el ecuador.
Hay muchos hechos relevantes como éstos que en Matemáticas se demuestran rigurosamente y que se engloban bajo la denominación del Teorema del valor medio. Teorema por ser hechos ciertos y probados, y del valor medio por tratarse precisamente de enunciados que nos aseguran que no podemos ir de un extremo a otro sin pasar por el medio, del mismo modo que el termómetro no puede pasar de los 25 grados del verano a los 10 del invierno sin pasar en su descenso por los 20, los 15…
Los arriba mencionados son hechos más o menos evidentes. Sin embargo llevó siglos desarrollar las Matemáticas que los hacen rigurosos, formalizando completamente conceptos como el de continuidad. En este campo debemos mucho al matemático francés Louis François Cauchy (1760-1848), aunque la primera demostración pertenezca a Bernard Bolzano (Praga, Bohemia-actual República Checa-, 1781-1848). Continuo es aquello que no está partido o interrumpido, como lo es la línea que en carretera nos prohíbe adelantar o invadir el carril adyacente.
Cauchy, gran matemático, que fue profesor de la famosa Ecole Polytechnique francesa, vivió muchos años en el exilio por su lealtad a Carlos X de Francia. La Francia republicana aún no se lo ha perdonado del todo. No hace falta insistir en que la política puede incidir también en el reconocimiento del mérito científico.
En la teoría económica se sabe también que es muy difícil que un país, una región, sea más próspero y emprendedor que el promedio de su entorno. Para nosotros esto no deja de ser preocupante viendo lo que tenemos alrededor, y posiblemente sea la causa de que en Euskadi, a pesar de haber aguantado un poco mejor el inicio de la crisis, los números rojos lleven un tiempo ensañándose también con nosotros.
Pero, con certeza, hay otros ámbitos en los que, afortunadamente, el Teorema no se aplica. De ser cierto en el ámbito lingüístico, por ejemplo, el euskera no podría existir, rodeado de lenguas latinas.
No debemos pues perder la esperanza de escapar al amenazante Teorema. En breve tendremos ocasión de votar y así apostar porque en Euskadi tengamos una sociedad distinguida, sobresaliente, no sólo por ser la afortunada cuna del euskera, lengua aún viva a pesar de su singularidad y de su carácter minoritario, sino por ser más próspera, más innovadora y más sostenible que las de su entorno. Es una aspiración legítima pues no se trata de ser mejores que nadie sino de tirar para arriba de lo nuestro para que todo lo que lo rodea, por continuidad, también suba de nivel, para seguir manteniendo cierto el Teorema del valor medio, del mismo modo que la cuerda del arpa se estira por completo bajo la pulsión de la púa en un solo punto.
Seguro que en esta ocasión acertaremos con la melodía y la tonalidad del justo valor medio.
El artículo original fue publicado el martes, 16 de Octubre de 2012 en el diario DEIA y puede descargarse en PDF desde este enlace.